El veneno que duerme

Pieza Escénica dirigida por Ricardo Díaz basada en La Vida es Sueño de Calderón de la Barca.

Intérpretes: Gustavo Sáchez-Parra, Paulina Chamorro, Edwin Culp, Gabriel Yépez, Guadalupe Damián, Alfonso Cárcamo, Ixchel Sánchez y Alfredo Herrera.

Foto Claudia Guadarrama – Vestuario Bárbara Betanzos – Audio Francisco Rivas – Producción y asistencia de dirección Sol Henaro.

Obra apoyada por el FONCA, Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Cetro de la Imagen (Plaza de la Ciudadela 2. Centro Histórico. México D.F.)

Estreno dicembre de 2000. Funciones Enero 2001

Cuando el público llegaba al Centro de la Imagen, todo el elenco esperábamos en el patio, subidos a un pequeño escenario de madera. El público, considerando que era un lugar adecuado para una obra de teatro, tomaba posiciones frente a nosotros. Entonces Ricardo Díaz, el director, agradecía la asistencia e informaba que debido a que la agencia de meteorología avisaba que llovería nos veíamos en la obligación de realizar el pase en el interior del edificio, por lo que nos invitaba a todos a entrar y seguirlo en todo momento.

Así comenzaba El veneno que duerme, con una mentira convertida en verdad. El eterno intercambio entre realidad y sueño, realidad y ficción.

Centro de la Imagen. Entrada desde la calle al patio donde estaba el pequeño escenario. La siguiente puerta de virio lleva al interior del centro de exposiciones.

Escribo esto 20 años después.
Escribo sobre una experiencia y un proyecto artístico que orientó mis siguientes años.

Recién llegada a México y ansiosa por hacer teatro conocí a Ricardo. Todavía pienso que gracias a él es que creo que hay personas que están destinadas a conocerse. En este caso no sé si yo era su destino, pero sí estoy segura que él era parte del mío.

Recuerdo que los ensayos eran largos. Que comenzaban por la tarde y terminaban de madrugada.
Recuerdo que Ricardo nos hablaba de alterar nuestras conciencias privándonos del sueño para vislumbrar lo que Segismundo podría haber experimentado, esa confusión entre el sueño y la vigilia, la pérdida de la cordura, la agudización de la potencia de la sinrazón.

Recuerdo las deliciosas tortas que vendían en un carro ambulante fuera del Centro de la Imagen. Recuerdo a mis compañeros de trabajo, todos entrañables. Aún conservo la amistad con alguno de ellos.

Ricardo encabezaba y guiaba al grupo de espectadores por un espacio expositivo en funcionamiento que nada tenía que ver con una sala de teatro. Las escenas del Veneno se producían de forma simultánea en cada uno de los rincones de ese magnífico espacio de dos plantas. El público tenía que escoger qué y cuándo ver lo que estaba pasando. Los actores nos movíamos continuamente de posiciones y lugares. Desde un pequeño cubículo hacia el final de un largo pasillo, o hacia una escalera u otra sala contigua. O nos descolgábamos desde los balcones, generándo paisajes duplicados, fantasmagóricos, fugaces que se escapaban de la habitual comprensión lineal del espectador. Desbordábamos el espacio a través de las imágenes que cuidadosamente había creado Ricardo y que nosotros encarnábamos coreográficamente. La historia de Segismundo estaba ahí, entre esos juegos de planos que se mezclaban de manera alucinada, entre los textos y el verso que casi no fueron modificados, entre esa extemporaneidad onírica y sensual que envolvía al espectador con una intensidad casi nueva para él. En cierta manera conseguíamos narcotizar al espectador usando continuos desplazamientos entre nitidez y opacidad, entre acción ficcionada y acción real, entre la comprensión y el desvarío.

El Veneno que Duerme marcó un hito en la historia del teatro del D.F. que todavía se recuerda. Dejó una marca en varias futuras generaciones de actores. En lo personal marcó y dirigió el principio de mis siguientes 20 años…sí, así de determinante puede ser la potencia de un proyecto artístico compartido. A partir de esta experiencia, me abrí a la exploración de otros formatos escénicos. Cuando regresé a Chile, utilicé todo lo que había aprendido en el Veneno para desarrollar líneas de investigación sobre formas escénicas experimentales que pude probar con mis alumnos de teatro de la Universidad Mayor. A ellos también los marcamos y al día de hoy siguen realizando una labor interesante en sus propias regiones. Una puntualización para los que hemos estudiado la historia de la escena alternativa del siglo XX y XXI sabemos que nos precede mucha investigación y experimentación y lo que hacemos en la actualidad es reivindicar y actualizar posibilidades que en su mayoría fueron planteadas anteriormente a través de otras medios y otras formas. Interrumpí mi labor de docencia en Chile para concentrarme en el de la investigación. Conseguí una beca ALBAN y vine a España a estudiar lo que sería la base de lo que estoy haciendo ahora y que está totalmente vinculado a esa escena original, la de El Veneno que Duerme…pero esa es otra historia.

Notas de prensa:

El Veneno Que Duerme presenta las posibilidades del imaginario de nuestro tiempo, por Norma Martínez. Consejo Nacional Para La Cultura y Las Artes.

El Espacio Multiplicado. Entrevista con Ricardo Díaz, por Antonio Castro. Letras Libres.

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